sábado, 30 de abril de 2011

Hoy hacía un día espléndido. Debería de haberlo compartido contigo. Debería haberte llamado para ir a algún parque a tomarnos una Coca-Cola y disfrutar del calor –y de tu presencia–. Pero eso no lo sabes, ya que es un secreto. No, no es nuestro secreto, es sólo mío; ya sabes, rompería la magia.


Algún día de Marzo del 2011, cuando tú aún me pensabas un poquito.


Sin embargo, he estado reflexionando y llegué a la conclusión de que no es bueno pensarte. Nunca fue bueno pensarte. Pero la condición masoquista de la mujer desafía cualquier intento de racionalidad sentimental. Quien nos hiere no merece ser querido. ¿Pero acaso siento que me hieres? Me hiero yo a mí misma. No hay reciprocidad, no hay equilibrio entre el uno y el otro, y a menos que abras los ojos al acabar el zenit, no se arreglará. Y no lo harás.
Nunca fue bueno pensarte.