viernes, 18 de marzo de 2011

Barcelona.

No, no lloraré por ti. Eso tenlo claro. Tampoco te haré regalos, ni sorpresas, ya que tú eso no sabes apreciarlo. No te lo reprocho, ya que sé que eres así; y por eso, para ahorrarme esfuerzo y falsas ilusiones, dejaré de hacerlo. No te voy a ir detrás, ya que no me sirve de nada. Aunque tampoco pasaré de ti, puesto que en cuanto te pierda de vista volverás a desaparecer.
Me gustas, pero no te amo. (Y si te amo, pues menuda mierda de sentimiento, tampoco es para tanto. No sé porque se exagera tanto en las películas.)
No daría mi vida por ti, pero el día que necesites ayuda o simplemente hablar, estaré ahí esperando a que me pidas que vaya a verte. No, esperando no. Simplemente ahí, o aquí, o allí; pero estaré.
Y si me voy de aquí... ¿vendrás a verme? Te llevaré a Mataró, y a las Ramblas. Te llevaré también a mi casa, dónde tendremos un poquito más de intimidad.
Me contarás tu vida sentimental, como siempre. Y yo, mirando a la celosía por los celos, asentiré, y seguiré escuchándote, como hago siempre, ya que no me importa. Sé de sobra por quién te mueres, y tampoco te lo voy a reprochar. Una relación semejante no se olvida en un par de días -aunque tampoco para que sigas con lo mismo dos años después-.
Dejaremos de hablar de eso ya que tú romperás un cómodo silencio con '¿Seguro que no tienes ganas?' y me apuntaré otra victoria a mi favor y pensaré 'esto de parecer díficil funciona'. Haremos el amor dónde quieras, ya que te había dicho horas antes que mis compañeras de piso estaban en la biblioteca.
Me sentiré especial. Tú estarás a kilómetros de Madrid, conmigo, y todas ellas esperándote, quizá preguntándose dónde estás. Pero será nuestro secreto.
Prefiero no imaginarme el día en el que te vayas, ya que la fantasía habrá acabado. Tres interminables días, semejantes a un sueño, decorarán de nuevo la pared mi mente, recién pintada para rellenarla con mi nueva vida.
No me puedo permitir mucho más, ya que tú eres tú y yo soy yo, y en ningún momento fuimos nosotros. Pero de verdad me duele que sea todo así, que por una parte me encanta, pero por otra es algo desolador. Sí, te admito que es emocionante el hecho de que sea secreto para todo el mundo, pero a veces me gustaría compartir esa satisfacción con las otras personas. A veces me gustaría mostrar que soy feliz. A veces me gustaría que me envidiasen, todas ellas.