jueves, 9 de octubre de 2014

Ya empieza la temperatura real de la ciudad. Días grisáceos, tejados añil y lluvias que te quitan las ganas de salir. Y a mí me entra la nostalgia. Supongo que el sonido y el olor de la lluvia me incitan a pensar. Ya lo decía en mis raps antaño. 
Voy a hablar un poco de ti, aunque no sé si algún día me leerás –después del susto que te he dado no creo que te vuelvas a meter aquí...
La verdad es que pienso mucho mucho en ti, ya que me encantaría que estuvieras aquí conmigo y pudiéramos vivir todo esto juntos. Me gusta compartir mis aventuras con la gente que más cerca ha estado cerca de mí, y tú formas parte de ese grupito. A veces por la noche, intento imaginar que estás aquí, en mi cama, e intento imaginarme el calor corporal que desprendes, y esos movimientos que haces cada vez que me muevo. No te darás cuenta porque lo haces medio inconscientemente, pero es reconfortante. Cuando me cambio de lado, aparece un brazo apropiándose de mí y abrazándome en plan túnoteescapas, y no sabes, pero jamás me han hecho eso. Y me encanta. Siento que formo parte de algo, y lo que es más importante, formo parte de algo tuyo.
¿Sabes? Es curioso porque jamás le he dado tanta importancia a dormir con un tío, y en el ámbito postcoital incluso lo evitaba. Las primeras noches durmiendo en el sofá de Hanna me preguntaba "qué significa esto", "qué tengo que hacer ahora", "cuantas veces hay que pasearle al día"... y ese tipo de preguntas que te haces cuando vas a un sitio y tú antes veías que todo esto era campo pero se ha edificado y estás muy muy perdida. De hecho, no sé si te has dado cuenta, pero mi tono de narración ha cambiado. Soy como un capítulo de los Simpsons. Empiezo por una cosa y termino con otra totalmente aleatoria. El caso es que me preguntaba esas cosas porque era extrañamente agradable, ni siquiera me sentía como cuando me iba por ahí con tíos y tenía un plan para después del polvo para no tener que quedarme o que me tuvieran que echar. Al principio claro, dormir con una persona de cara a ti medio abrazaditos me parecía raro. Raro porque yo si dormía era con amigas u amigos con el límite bien definido culo con culo en una gran cama. Así que nada, como que le fui cogiendo el gustillo de la compañía nocturna. Compañía nocturna es referido también al resto de actividades que se pueden hacer en la cama. Porque ya sabes que mi cuerpo no es evidente de excitar y encontrar las zonas bien. A ver, que ponerme me pone todo. Pero eso es sólo un 10% del termómetro, y si no lo haces bien no sube y no lo gozo como debería. Supongo que eso lo has ido aprendiendo poco a poco.
Tampoco quiero incidir en el aspecto sexual de nuestra no relación, ya que esto no es un blog erotico-festivo, pero sabes de sobra como está el patio.
El caso, la cosa iba totalmente espontánea. Nos veíamos por lo menos dos veces a la semana, teníamos la excusa de que me iba a París así que básicamente hacíamos lo que nos apetecía. Nos emborrachábamos, nos acostábamos en casa de Hanna, en mi casa hubieron un par de aterrizajes... Y luego dejamos de beber –por mi bien. Ya no teníamos excusa para vernos de manera informal. No sé muy bien como llamarlo, pero vamos, que suena mejor unas cervezas hasta andar a cuatro patas que unas pipas en el parque. Y empezamos a quedar más a menudo, sin alcohol. Los amigos desnudos follaban sobrios. E iba a tu casa cuando tu madre no trabajaba, y venías a la mía cuando se iban mis padres. Todo era perfecto y ahí empezaba a entrar un poquito de sentimiento. Un día, en el que no sé porqué razón exacta acabamos yendo a tu querido "Alemán", me armé de valor y te dije la locura de venirte conmigo a París. "Claro tía" y yo quéééé ¿y esa docilidad? el mundo está loco, ¡voy a viajar con un tío!, y así fue. Pero no contentos con eso estábamos tan impacientes que nos fuimos DOS VECES a Barcelona (como puedes ver el tono del texto está siendo bastante cómico comparado con el principio) y luego nos fuimos dos semanas enteras a París –que porcierto, lo siento y gracias, bastante tuviste que soportar entre el padre y yo siendo yo durante quince días.
Me acuerdo de aquel día que mis padres se fueron y echamos un polvo épico en la cama de mis padres. Acto seguido, nos duchamos, bajamos, recibimos a nuestros invitados y preparamos unas croquetas. Todo eso como putos amos.
Poco después empezó el dramatismo de cadavezquedamenos. Ya llevábamos meses quedando prácticamente todos los días, y estábamos más que acostumbrados el uno al otro –queda fatal acostumbrados, pero quiero dejar la palabra por su connotación de comodidad. Por lo cual, que me fuera definitivamente suponía un cambio enorme en nuestras vidas individuales. Yo porque me iba de locura a estudiar a tener una casa libre 24h al día, y tú porque te falta ese elemento con el que quedabas día sí día también y dormías día sí día no.
No te lo expliqué, pero quise que vinieras a París para recordarte en los sitios. No es justo que tu sigas igual y yo esté totalmente desviada de mi vida anterior, y quería por lo menos acordarme de alguna anécdota o situación, o beso en semáforo protagonizado por ti; por nosotros. Y lo hago. No exactamente de esa forma porque a penas he vuelto a esos sitios, pero sí que pienso ya podrías estar aquí, cabrón. Por cierto, he encontrado una exposición que te va a encantar, te lo juro. Cuando vengas te llevo obligado.
Estoy un poquito decepcionada con París ya que, como suelo hacer, idealizo. En esta ciudad te lo pintan todo maravilloso –la arquitectura Haussmann lo es para mí– pero siempre tienes esos rincones llenos de telarañas y olor a pis que te joden un poco el sueño. Por ejemplo, la gente en general no me encanta. Los chicos en general –no para salir con ellos, simplemente como individuos– son muy poco interesantes. Todo es SÚPER caro. Por ejemplo, se me han roto los auriculares y comprarme unos Apple para mi padre suponen un aumento de 10€.
Por cierto, sigo sin móvil. O sea, sin teléfono. Sin número. No me puedes llamar ni nada, sólo Whatsapp. Así soy, vivo al límite.
También me pasa que la puta manta del Primark deja pelusas por todas partes y tengo que barrer la habitación por lo menos una vez al día. Pero me muero de frío y me da miedo tirarla y despertarme como una estalagmita.
A veces pienso que estás encontrando a alguien maravilloso en Madrid, como hice yo el 20 de Marzo (re-encontré, perdón) y me da cosa estar escribiéndote esto y tú lo leerás y dirás "joder como lo exagera todo". O dirás "buah, Sara es la polla". Y cuando nos reencontremos otra vez me harás el amor en honor a este post o no sé, quizá hasta se te olvidará.
Poniendo de lado mi yo sentimental otra vez, quiero decirte que tengo muchísimas ganas de verte, de hablar contigo cara a cara, de reírnos de alguien o de algo –porque antes de ese polvo de reencuentro en casa de Hanna hubieron muchas risas y muchas cervezas en Getafe, y te juro por Dios que pagaría mucho por repetir ese día.
Y bueno, es un texto largo largo, pocos he hecho con esta extensión y ni siquiera para clase, así que considérate afortunado por dedicarte tanto tiempo en un textillo casi espontáneo. Si has llegado hasta aquí, tengo un regalito para ti (en realidad es una mierda, es un termómetro imantado, pero ¡es gratis, aprovecha nuestra oferta!).
Ya estoy fantaseando con lo que vamos a hacer en París tu y yo –a parte de todo lo que incluya sexo, semental. Ahora que me conozco mejor la ciudad te llevaré a sitios preciosos y si andamos con plata, a sitios más bonitos aún. Comeremos pizza *bieeeeeen* ¿sabes que la pizza es paralela al sexo, verdad? Llevo desde Madrid sin comer pizza. De hecho ¿cuando fue la última vez? Ni siquiera me acuerdo, para no sufrir aún más. El caso, si tenemos sexo salvaje tendremos que comer pizza salvaje, no te escapas.
La verdad es que vienes un poco tarde aquí. Además de que no estoy segura si nos podremos ver en navidades... es una mierda. Se me hace raro no tenerte cerca, en serio.
Me siento un poco como cuando tenía trece años y mi amor no correspondido aparecía en mi mente como algo inalcanzable, un ojalá se de cuenta de que me gusta, ojalá me corresponda. Me siento un poco así de impotente. Como si ya no fuera ese equilibrio y tranquilidad que tenía antes cuando estábamos juntos –no juntos de pareja, si no arrejuntaos. Y a parte de tener falta de sexo, también tengo falta de cariño. Más bien de tu cariño. Porque me he acostumbrado a la manera en que me tocas, en como me rascas la espalda, es como me intentas poner cachonda o incluso en como me agarras cuando duermes. No sé como te va a sentar esto, igual te agobias o algo, pero siento que tengo que decírtelo.
Ten en cuenta que nunca he podido expresar mis sentimientos. Jamás me he sentido tan libre como ahora, ya que siempre he tenido que quedármelo dentro por miedo a decirlo y que me abandonen. Así que aquí tienes todo esto, un bloque de ochenta fascículos que puedes leer párrafo por día. Primer fascículo: la introducción. De planeta Deagostini.
Quiero que sepas que es muy tarde y que los dedos van solos ¿ok?

Este texto en parte es para recordarme a mi el cariño que te tengo y poder refrescarme la memoria de aquel chico tan guapo con esos ojos color jade que me miraban de esa forma tan especial, medio segundo antes de decir "¿qué pasa?" y llegar con una jarra de cerveza o unas pizzas medianas.
Espero seguir un rato más contigo esta aventura, cosa guapa. Me lo estoy pasando muy muy bien, y aunque te echo de menos, nunca me he sentido tan colmada y tan equilibrada espiritualmente. La verdad es que lo necesitaba con urgencia, porque si no volvería a hacer tonterías como tirarme al Greengo o qué sé yo.
Te dará un poco de vértigo, pero eres el mejor chico con diferencia. Eres una joya, más bien dos. Y son esmeraldas –dios, ha sido horrible y es muy tarde.

Tuya (pero sin pertenecernos),
Yo